José Alberto Iglesias, popularmente conocido como Tanguito, se transformó en el primer mito del rock nacional a partir de sus canciones, su aporte al nacimiento del rock nacional y su espíritu de rebeldía. El artista condensa todas las características de la época y resume un movimiento anti-sistema que encontró en el rock un espacio de expresión.
Nació el 16 de septiembre de 1945 en el partido de San Martín, que por entonces incluía a Tres de Febrero. Su padre, José Iglesias, era vendedor ambulante y su madre, Juana Correa, empleada doméstica. Comenzó la primaria en la Escuela 10 a metros de la barrera de Lourdes (por la mañana) y en el Instituto La Merced de Caseros (por la tarde). Terminó la primaria en 1958 en la Escuela “Ángel Pini”, ubicada en Puán 4851. Luego de vivir en Santos Lugares, se mudó con su familia a una casa ubicada en la ex calle Bahía Blanca, hoy Fernández de Oliveira y Puán, en Caseros. La fachada de esa casa continúa casi igual a la época en la que vivía Tanguito.
Tanguito era un experto bailarín de rock; una rareza para esa época. Por eso, en tono sarcástico, sus amigos del barrio le pedían: “Bailate un tango, José. Un tanguito”; y él bailaba un rock. Ahí le quedó el apodo. Tanguito no tenía lugares cercanos a su casa donde practicar y compartir su pasión por el rock. Así, empezó a parar con su guitarra en la Plaza “Hipólito Yrigoyen” de Villa Pineral donde tocaba durante horas.
Su contacto con la noche y la bohemia porteña fue a través del Ferrocarril San Martín, tren que tomaba en la estación Caseros, a pocas cuadras de su casa. Mientras esperaba el tren, sacaba la guitarra en el andén y tocaba sus canciones ante los pasajeros, que lo miraban atónitos: un poco por la música y un poco por su aspecto, con ropa inusual y una media de mujer en la cabeza. La madrugada del 2 de mayo de 1967 Tanguito estaba en el bar La Perla de Once con sus amigos.
En su cabeza rondaban una melodía y unas letras que expresaban su soledad e incomprensión. Llamó a su amigo Lito Nebbia y en el baño del bar, tocó con la guitarra esos primeros acordes que luego quedarían en la historia. Juntos completaron la canción que fue el puntapié inicial del rock nacional: La balsa. Más tarde, Nebbia la incluiría en el primer álbum del grupo fundacional del rock argentino: Los Gatos. En enero de 1968 fue convocado por el sello RCA para grabar un sencillo. Con la compañía de la orquesta de Horacio Malvicino, registró dos canciones: «La princesa dorada» y «El hombre restante». El disco salió a la venta el 4 de abril bajo el seudónimo artístico de Ramsés VII.