“En el Oeste está el agite”, es una de las célebres frases que nos regaló Divididos. Sin duda, en el Oeste hay algo especial, difícil de describir, como una fuente de inspiración que permitió la explosión de músicos y bandas de rock. Sumo, y la continuación de Divididos y Las Pelotas es un ejemplo de todo eso.
Ricardo Mollo nació el 17 de agosto de 1957 en Pergamino. Un incendio en la fábrica de zapatos de su papá, obligó a la familia a buscar nuevas oportunidades. Así, llegaron a una casa en El Palomar, donde desarrolló gran parte de su infancia y adolescencia. Sus primeros pasos en la música fueron a los 12 años, tocando y ensayando con amigos del barrio. A los 13 años formó su primera banda con chicos del barrio. Ensayaban en la casa de los Mollo y su primera presentación fue en un festival de rock en el Cine Teatro Helios de Ciudad Jardín. Como la banda no tenía nombre, el organizador del evento le puso el nombre “Marma”.
Durante el día Ricardo trabajaba en la zapatería de su padre, y por las noches ensayaba con MAM en el sótano de Page y Madariaga, en El Palomar; lugar que con los años sería el refugio de Sumo. En 1980, la banda se disolvió; de todos modos, Ricardo continuó tocando y ensayando con amigos, y uno de ellos era el bajista Diego Arnedo. Quedó impresionado por el sonido de la banda y se acercó a ensayar con ellos. En 1984, Arnedo sumó a Ricardo Mollo, y con esta formación grabarían cuatro discos de estudio: Divididos por la felicidad, Llegando los monos, After Chabón y Fiebre. Con Sumo alcanzaron un lugar estelar en la historia del rock nacional y fueron la banda referente del under en los ochenta. Cada vez con más seguidores, tocaron en Obras y otros lugares emblemáticos, hasta la muerte de Luca en 1987.